martes, 14 de febrero de 2012

Un Solo Día

Las copas de vino aun estaban sobre la mesa, la botella vacía sobre la alfombra, la manta frente a la chimenea donde se improvisó una cama a la luz de un fuego que ya no existía y una compañía...¿donde está la compañía? Abrió los ojos cansados de una noche de alcohol, besos, caricias y todo lo demás. Miró a un lado y a otro sin ver rastros de vida cerca. Solo al relajarse y dejar que el sentido del oído volviera a recuperar su nivel normal pareció percibir el ruído de la ducha.

Cerró los ojos de nuevo y poco a poco fue incorporándose en un suelo que parecía tambalearse suavemente bajo sus pies. Notó el frío provocado por la ausencia total de su ropa, pero no se molestó en buscarla. Se apoyó en el sillón y siguió su camino hasta la puerta del baño, parándose justo en la puerta. Estaba cerrada, y probó suerte, tal vez no hubiera cerrado el pestillo. Esperó un poco hasta asegurarse de que estaba ya disfrutando de una reconfortante ducha. Mientras, en su cabeza dibujaba su cuerpo unas horas antes, junto al fuego haciendo crujir la madera, su cuerpo desnudo iluminado por los diferentes rojos que salían de la chimenea que no hacían más que darle más intensidad a la rojez que se dibujaba en sus mejillas fruto de una pasión que aún estaba en sus inicios. La puerta de la ducha se cerró y eso le devolvió a la realidad con una sonrisa en el rostro. Abrió con sumo cuidado, se acercó al espejo sigiloso como un gato y escribió algo con los dedos sobre el cristal, cerró la puerta del baño y puso rumbo a la mampara, deteniéndose a una distancia prudencial, deleitándose a través del cristal de un cuerpo del cual disfrutó toda la noche.


Su imaginación se disparaba, pero él sabía que la realidad supera con creces a cualquier cosa que uno pueda imaginarse. Se acercó un poco más y con cuidado entró junto a ella en la ducha, que parecía que lo estaba esperando. Su pelo le caía empapado sobre los hombros cubriendo el cuello y dejando solo a la vista un poco de su sonrosado pecho. Se acercó y la besó bajo esa lluvia artificial y todo volvió a empezar de nuevo, volvieron a recorrer sus cuerpos, volvieron a disfrutar el uno del otro, volvieron a dejarse llevar hasta el éxtasis de una locura sin remedio y sin frenos.

Terminaron abrazados y al salir y ver el espejo...son esos detalles los que hacen grande días como este, ni regalos caros, ni cenas románticas, ni viajes, ni nada de eso, pero aún más grande es tener detalles cada día, demostrar con gestos, complicidad y pequeñas cosas que uno está así todos los días. Porque aunque sea un día festivo, no deja de ser uno más. Yo prefiero los San Valentines que duran 8760 horas, 8784 si es bisiesto.

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