lunes, 22 de septiembre de 2014

Fundir el Hielo

Un amanecer, eso es lo único que le pidió. Ella aceptó después de darle muchas vueltas a la cabeza. Un amanecer para cambiarlo todo, para romper esa coraza helada que la envolvía. Sólo un amanecer, una oportunidad para intentar liberar el calor que había en su interior, si es que quedaba algo. El frío que la rodeaba estaba lleno de desengaños, mentiras y desilusiones, conseguir destruir esa coraza gélida no era tarea fácil. 

El iba confiado y nervioso, ella a su lado sin gesto alguno de preocupación. Muchos otros lo han intentado y ninguno había conseguido nada, aunque también era cierto que nadie había llegado tan lejos, nadie había conseguido esa oportunidad. ¿Qué tiene él que no tienen los demás?

Un amanecer conlleva una noche y para llegar a la noche había que pasar la tarde, consiguió alguna sonrisa, varios abrazos y que el sol se escondiera más rápido.  Y la noche pasó, y lo que pasó esa noche fue algo diferente a cualquier noche, lo realmente mágico llego instantes antes de los primeros rayos del sol.


Esa armadura fría, que la aislaba y la hacía insensible había desaparecido. Él tenía razón, solo le hizo falta un amanecer. Un amanecer para volver a creer, para volver a confiar, para volver a ilusionarse. Un amanecer para conseguir volver a dar calor y color, para volver a sentir, para derretir y crear algo nuevo.

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