Solemos caminar mirando al suelo, o a la pantalla de nuestro teléfono móvil, en el mejor de los casos miramos al frente y rara vez levantamos la cabeza. Siempre hay excepciones, si escuchamos el sonido de un helicóptero, o del avión de publicidad que se pasea por las playas, en esos casos sí solemos mirar hacía arriba. ¿Qué vemos cuando paseamos o andamos buscando nuestro destino? Vemos letras o imágenes que se nos presentan en las pantallas del teléfono, vemos personas que pasan a nuestro lado y que apenas si se fijan en nosotros, vemos papeleras, mobiliario urbano, las diferentes formas de las baldosas de nuestras aceras, vemos papeles y colillas, vemos, por desgracia, los excrementos de animales cuyos dueños son aún más animales. Supongo que habrá mil cosas más, pero, ¿qué es lo que no vemos?
En esta bendita tierra, donde los colores son diferentes, donde la luz es protagonista incluso cuando el sol se esconde, en esta tierra de arte, sal e historia, en este lugar donde si decidiéramos levantar nuestra cabeza tan solo unos centímetros nos daríamos cuenta de cuan diferente es del resto. Vale, todas las tierras tienen su encanto, pero parece que disfrutamos más de lo ajeno que de lo nuestro. Nuestra tierra, nuestra provincia. Mi Huelva.
Esta tierra que es capaz de levantarte o hundirte, su gente, que siempre está ahí, tanto si es para una buena causa como para despellejarte. Incomprendidos todos, incapaces de entender a los demás. Si solo levantáramos la cabeza unos centímetros...
