domingo, 13 de marzo de 2011

Despedidas

Hay situaciones que siempre son complicadas, una primera cita, aunque hayas tenido 100 primeras citas con 100 personas diferentes, siempre es difícil esa primera cita. La ruptura también es difícil, no sabes por donde empezar ni habiendo ensayado dos días delante del espejo, ni llevando anotado lo que tienes que decir, nuca es fácil. Son dos ejemplos de que hay cosas que por muy cotidianas que sean pueden ser muy complicadas de llevar a cabo. Pero, ¿como despedirse de alguien que no sabe que se va?
Gente que ha pasado su vida llena de vitalidad, trabajando y disfrutando, y que ahora se vea postrado en una cama, sin saber que lo que tiene puesto en esos botes es morfina, que los parches que le ponen en los brazos, es más morfina, y que en la comida le dan unas pastillas que son calmantes, y todo por que si no le pusieran esa cantidad de calmantes estaría rabiando de dolor, por que la metástasis le tiene corroído todo el cuerpo por dentro...
Ya hizo un amago de marcharse hace año y medio, y cuando los médicos daban todo por perdido, resurgió cual Ave Fénix de lo que parecía no tener salida, para volver a la vida. Pero salió malherido, y desde entonces, no ha vuelto a ser ese hombre fuerte que era, no puede cuidar su campo, sus tomates y sus lechugas, sus naranjas y sus gallinas, no puede disfrutar de eso que una vez lo hizo sentir vivo, y hasta hace unos días, estar cerca de esos recuerdos lo estaba matando en vida, o eso pensábamos.
Como un hombre, que empezó siendo familia política, se convierte en lo más parecido a un abuelo que jamas he tenido, y como demostrándome a su manera que ama a mi abuela, consiguió un hueco entre los que aún desconfiábamos de él, entre los cuales me incluyo, y no suelo hacerlo, pero reconozco que me arrepiento, me arrepiento de haber sabido apreciarlo tanto como se merecía, y ahora, siempre es el mismo momento, cuando no queda tiempo, como demostrarle agradecimientos por hacer que mi abuela no se sienta sola, por enseñarle a mis primas pequeñas a reír, por hacerme ver que no quería ocupar el hueco que dejaron mis abuelos, a los que no conocí, y en estos días en los que lo ves ahí, tumbado, con la mirada perdida, tal vez intuyendo lo que ocurre a su alrededor, demostrando la entereza que le caracterizó siempre, ¿como decirle adiós?¿como agradecerle todo lo que ha hecho?
Si aquél verano fue duro aún sabiendo que tenía alguna posibilidad de salir, estas navidades van a ser insufribles, sabiendo que en cualquier momento puede sonar el teléfono para decirte, ya dejó de sufrir...

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