martes, 14 de junio de 2011

De Príncipes rocieros, currantes y jinetes

Antes de empezar con esta historia quería decir que todo lo que se lea de aquí en adelante es real, ha pasado en este camino de El Rocio 2011, un camino que he realizado trabajando en un coche de apoyo, para un grupo de personas que hacen el recorrido con la hermandad de Huelva. Pero para quienes no saben lo que es esta peregrinación, ni esta romería, o no la entienden me gustaría dejaros un video antes de relatar todo lo acontecido entre los días 8 y 11 de Junio de 2011. Espero que lo disfrutéis y consigáis entender algo más de lo que es esta fiesta para alguien de Huelva, sea o no creyente, sea o no rociero.
Si después de ver el video no se te ha erizado la piel, o no has sentido un cosquilleo, llama al hospital, estás a punto de morir. Lo digo por que yo no soy rociero, ni creyente, pero esto es algo que te toca en lo más profundo de tu ser, un espectáculo digno de ver y vivir, no es un camino fácil, pero es una gran satisfacción personal. Supongo que algo así será el camino de santiago, pero sin tanto cante ni baile. Una vez puestos en situación, allá vamos con la historia de mis vivencias en El Rocio 2011.

Miércoles 8 de Junio de 2011
Mi destino era la Aldea de El Rocio, pero para llegar hasta allí tenía que dejar el coche en Almonte, donde esperaría a que me recogieran y de allí a la casa desde donde partiría hacia todas las paradas de la Hermandad de Huelva, la casa sería mi centro de operaciones, y punto de encuentro con los demás trabajadores para intentar que todo llegue a tiempo.
Al llegar a la Aldea y entrar en la casa empezamos a organizar cosas, mi labor era sencilla, solo tengo que cargar el coche, conducir hasta el lugar indicado, descargar el coche y una vez emprendan camino volver a cargar el coche y poner rumbo a El Rocio de nuevo para repetir la operación. Esa era, en principio, mi labor, lo primero que me sorprendió era la cantidad de cosas que querían cargar en el coche, lo segundo, fue ver el coche que me iban a dejar para los transportes, y lo tercero... el remolque que me habían "apañao" que distaba mucho de ser un transporte seguro 100%.
El primer error que cometieron los organizadores fue darse cuenta la noche antes de que no iban a tener suficientes botellines para el camino, y aunque no estaba dentro de mis funciones como conductor del coche de apoyo, me ofrecí para ir a comprarlos el jueves por la mañana y tenerlos cargados y lo más frío posible antes de que ellos se subieran a las Jardineras que los llevarían hasta la aldea almonteña. Pasamos de salir a las 12 del mediodía a levantarnos a las 6 para estar en Huelva a las 8 e ir a comprar botellines de cerveza para el camino. Así que cuando el reloj marcaba las 2 de la madrugada, me fui a dormir a la habitación que me habían preparado, y puse el reloj a las 6 para que me diera tiempo a desayunar y cargar el coche. El silencio reinó en la casa durante toda la noche, algo sorprendente en una casa en El Rocío, un día antes de que comenzara la romería.


Jueves 9 de Junio de 2011
Aún no había amanecido y la casa era un polvorín, los que iban a hacer el camino tenían que prepararse y dejar todo lo que iban a necesitar de noche listo en el salón principal de la casa, yo por mi parte tenía que desayunar fuerte y cargar el coche cuanto antes para salir rumbo a Huelva y cargar las carretas que iban a usar. No tardé mucho en estar listo y a las 7 estaba ya en carretera rumbo al estadio Nuevo Colombino, con Felipe, que se convirtió en mi escudero y fiel compañero de viaje. Llegamos poco antes de las 8 y nos pusimos manos a la obra, descargar el coche, cargar las carretas, ir al supermercado y volver para terminar de rellenar las neveras y poner las bebidas debajo del hielo que habíamos comprado para empezar a enfirarlas. A las 10 de la mañana todo estaba listo y sobre las 10 y media estábamos rumbo a El Rocío de nuevo.
Todo parecía ir bien, ningún percance digno de mención, hasta que llegué a la casa, y fui a enganchar en remolque al carro. ¡¡NO TIENE MATRÍCULA!!, empecé a sudar como si estuviera a punto de terminar la maraton de NY en pleno mes de agosto en la peor ola de calor que os podáis imaginar, empecé a buscar por todos lados buscando la matrícula, hasta que me di por vencido, ¿Y ahora que?, me senté llamé por teléfono a Alejandro, le expliqué lo que pasaba y me dijo que el tenía matrículas de sus remolques, que una vez puesta podríamos decir que era un enganche que nos habían dejado o cualquier otra cosa, pero el no podía traer la matrícula hasta el Rocio porque tenía que ir a Hinojos... llamé por teléfono a quien me contrató, y le expliqué lo que pasaba.
- Verás si me cogen sin matrícula son 120€ de multa y 4 o 6 puntos.
- ¿y que hacemos?
- Es sencillo, yo asumo la pérdida de los puntos, pero el tema económico lo tenéis que solventar ustedes, ya que eso no es fallo mio.
- Vale, ten cuidado.
Colgué, enganché el carro y empecé a rezar, todo lo que sabía mientras iba saliendo de la Aldea...
Todo normal, excepto que yo no llevaba matrícula, pero sin ningún percance, puse la directa hasta el lugar donde habíamos quedado para apañar la matrícula y seguir zumbando, eran las 12.30 de la mañana y todavía no había nada preparado, ni comida ni mesas ni nada.
Una vez que la matrícula estaba en su sitio y bien sujeta volvimos a la carretera rumbo a la primera parada de Huelva, donde dejaría a Felipe con el carro desenganchado y montando todo lo necesario, mientras yo iba de nuevo al Rocío, recogía la comida y a las cocineras y volvía a prepararlo todo.
A las 15.00 estaba de nuevo en la Suelta (primera parada de la Hermandad de Huelva), todo listo, y hasta las 18.00 no aparecieron. Otro problema se presentaba, se supone que yo debía estar a las 21.00 en La Matilla, donde harían noche, con las tiendas de campaña, la cena y todo lo necesario para que pudieran descansar y mínimo tardaba dos horas en ir hasta la casa y volver hasta el lugar donde pernoctarían. PROBLEMA GRAVE, si se entretenían mucho, y todo hacía indicar que así sería. Hasta las 20.00 no pudimos ponernos en marcha, y la velocidad fue casi la de la luz. Al llegar más sorpresas, 7 personas que "tenían que venirse conmigo" en el coche... ¡¡EN EL COCHE VAMOS COMO PIEZAS DE TETRIS COÑO!! me apetecía gritar, y en la furgoneta que iba a llevar las tiendas de campaña no cabía ni un alfiler, además iban los dos músicos.
Cuando me acerco al carro a terminar de cargar... ¡¡¡FLIPA!!! ¡¡ESTO SE CAE!!
Tuvimos que ponernos ha hacer bricolaje casero y de urgencia, corriendo a la ferretería, puntillas, alambre, martillo y paciencia muuuucha paciencia, para apañar un carro que se desmontaba por momentos, y conforme avanzaba el tiempo peor se iba poniendo el camino, todavía quedaban los tramos con más arena y en peor estado para la circulación de vehículos de motor de explosión... eran las 21.45 cuando después de mucho correr y tener el stress por las nubes conseguimos salir de allí. Mi teléfono no paraba de sonar y yo no paraba de soltar improperios y barbaridades que ni yo sabía que existían. A las 22.45 conseguía llegar a las inmediaciones de La Matilla, ahora quedaba lo más difícil, encontrarlos, cosa que hice 20 minutos después. Descargar y descansar es lo que me quedaba... hasta las 03.00 de la mañana. Momento en el que me dijeron que me iban a dar un extra, porque lo que estaba haciendo superaba cualquier expectativa que tuvieran puesto, y por lo menos, habían conseguido tener las tiendas y cenar. Pero lo mejor estaba por llegar. Al volver al Rocío, a eso de las 4 de la madrugada, casi 24 después de haberme despertado, me dicen que no puedo entrar, que no tengo el permiso. Tras un dialogo con el guardia civil en el que solo me faltó llorarle conseguí llegar hasta la casa, eran las 4 y cuarto de la madrugada, tocaba dormir, ya que mañana tenía que levantarme a las 6 para llevar el desayuno y llevarme yo una gran sorpresa.


Viernes 10 de Junio de 2011
Apenas comenzaba a descansar cuando la alarma del teléfono empezó a sonar, medio dormido abrí la maleta que me había llevado, saqué la ropa interior y busque en la litera la toalla que me habían dejado la noche antes y me fui a la ducha, allí estuve relajado durante 20 minutos, descansando un poco más. Me sequé con cierta parsimonia, y me vestí con la misma tranquilidad, para después salir y comenzar a preparar las cosas para el desayuno que tenía que llevarme hasta la Matilla, tenía aproximadamente una hora. Aunque sabía que iba a tener problemas cuando llegara, ya que el malestar entre los trabajadores de la casa era palpable, y lo que me habían dejado para cargar era un paquete con unos cuantos sobaos y poco más, nada de fiambre ni de pan, y aún les quedaban unas horas por delante antes de volver a encontrarse con comida. Pero ese no era mi problema, ya que yo, cargaba y descargaba el coche con lo que me daban en la casa, punto. Así que sobre las siete y cuarto de la mañana, apenas habían pasado tres horas desde que llegué a la casa, estaba de nuevo en carretera, con poco que ofrecer, y un problema que solventar, ya que entrar en la Aldea después iba a ser bastante más difícil, debido a que era necesario comprar unos pases que yo ni tenía, ni sabía donde se adquirían.
Al llegar a la Matilla, esta vez fui directo hasta donde estaban ellos, todos estaban desmontando tiendas, así que descargué lo poco que llevaba, arreglé un poco los contenedores de los carruajes y busqué a la persona que requirió mis servicios para comentarles el contratiempo de las entradas en la aldea almonteña. Me dió lo que me prometió por la noche, me dijo que comprara lo que me hiciera falta con ese dinero para poder llegar hasta la casa y después me dió otra noticia catastrófica. La furgoneta donde vinieron las tiendas de acampada no iba a venir, así que teníamos un problema de tiempo y espacio de solución compleja, ya que si me llevaba las tiendas, no cabían las mesas, sillas y neveras, y viceversa, y si daba dos viajes, difícilmente iba a llegar a la hora de la comida.
- Yo doy los viajes que haga falta, para eso me ofreciste ser el conductor del coche de apoyo, lo que es casi imposible es que me de tiempo a llegar para la comida.
- Lo sé, pero, ¿que otra solución hay?
- Pocas, además tampoco te aseguro que vaya a llegar todo sano y salvo, ya que el carro sigue desmontándose y solo tengo una cuerda para amarrar todo lo que traéis, habría que repartirlo entre el carro y el coche, y que se quede Felipe aquí, irme al Rocío, descargar, coger las cosas de corte que haya preparadas y volver a recoger las cosas, y de aquí irme directo a Gato, desenganchar el carromato y volver a la casa a recoger la comida, para después volver a Gato, así que tendréis que ir picando del embutido que haya hasta que yo llegue, intentaré ir lo más rápido posible y me informaré si hay una ruta más corta, por algún otro lado.
- Vale, pero lo importante es que las tiendas lleguen a la casa.
- Entonces no pierdo más tiempo, a cargar el carro.
Y puse orden en las cuarenta personas que había en mi ruta, entre todos cargamos el carro y el coche, apareció una cuerda extra que usamos para asegurar mejor todo, y me puse en marcha en cuanto estuvo todo bien sujeto.
Al llegar al Rocío, descargar, dejar todo en mitad de la casa, volver a cargar cosas en el coche y salir dirección a La Matilla de nuevo, todo parecía ir más o menos bien, hasta que a unos 20 km de la entrada a la carretera de La Matilla, un mercedes me adelantó haciendo luces, algo pasaba. Yo venía controlando por el espejo retrovisor que nada se cayera, pero algo había pasado, paré el coche en el arcén y al llegar a la parte trasera... ¡¡FALTABAN LAS TRES TABLAS QUE HACÍAN LAS VECES DE PUERTA!! A reparar como se podía ese percance, cuerdas más fuertes, y sujetas de tal manera que aguantaran la carga y las tablas que aún quedaban en el carro, y con más cuidado del que llevaba tenía que seguir el camino. ¿Donde se habían caído las tablas? ¿Porque no las había visto? eran preguntas que jamás conseguiré responder, así que yo a lo mio, seguí avanzando, llegué donde dejé a Felipe, cargué las cosas y me ubiqué para llegar a Gato, eran las 10.45 de la mañana, y todavía me quedaba una hora y algo de camino más o menos. La hora y algo de camino se convirtió en casi dos horas, para llegar casi a las 13.00 horas, y todavía tenía que seguir hasta la casa. Desenganché de nuevo, y decidí seguir el camino que seguiría la hermandad con la intención de acortar tiempos, MALA IDEA, una hora más para llegar hasta la casa, haciendo auténticas peripecias con el coche, por las arenas, lo más rápido que podía, adelantando a los carros y caballos y rocieros a pie de la hermandad de Moguer, el tiempo jugaba en mi contra y yo no podía ir más rápido, correr por las arenas con un 4x4 es una sensación increíble, y muy recomendable, pero si vais cronometrados yo no os lo recomiendo, tuve que asumir riesgos que, por suerte, salieron bien, pero que en circunstancias normales no hubiera intentado. Llegando a la casa de nuevo, mi teléfono empezó a sonar, eran las 15.00 y la gente empezaba a llegar a Gato, y picotear lo poco que había, yo acaba de llegar a la casa y el cocinero todavía no había podido terminar con el pollo, ni de preparar el agua para llevarnos y preparar el arroz allí, 15.30 y el teléfono volvió a sonar, "Tenemos una hora y media para comer", me decían, "pues tardo mínimo dos horas en llegar y además hay que preparar la comida" (pensaba yo), "Haré lo que pueda, ya te lo dije, no puedo dar más de sí" fueron las palabras que salieron de mi boca, y colgué. Me senté en una silla del patio, con la cabeza a punto de explotar, mientras el cocinero corría de un lugar a otro de la cocina, me encendí un cigarro y entonces, la bombilla se encendió, el que se encargaba de los caballos ¡¡era de Almonte!! me fui hasta las cuadras y le pregunté una ruta alternativa, y efectivamente me la dijo, hice cálculos mentales y más o menos en 20 minutos llegaba a Gato, solo hacía falta cargar, cuando entré de nuevo en la casa el cocinero estaba cerrando neveras y ollas, así que a cargar de nuevo y a salir corriendo.
En media hora llegué a la puerta de Gato, y de ahí tan solo 5 minutos después estaba llegando donde tres horas antes había dejado a Felipe, la gente me miraba con ganas de comerme, así que me quité de enmedio y me fui con mi hermana y Ale, que me esperaban al otro lado de la mesa, y ellos si me felicitaron por todo, por el esfuerzo y por como estaba sacando todo, solucionando problema tras problema y llegando siempre al destino, como dice el refrán, "mas vale tarde que nunca".
Poco después el cocinero terminó su faena, y lo llevé de nuevo a la casa para que preparara la cena. Y yo, tenía que volver a Gato, a recoger, y a dar mi último viaje de este camino, así que me lo tomé con calma y mucha filosofía, al llegar Felipe, mi escudero y sin el que todo hubiera salido bastante peor, estaba sentado en una de las sillas, con todo recogido y tomando una cerveza, al verme llegar con el coche se puso en pie de un salto, con la intención de enganchar y salir corriendo de nuevo. Yo me bajé del coche saqué una de las sillas y me senté.
- Tranquilo, ya no hay que correr más.
- Ya pero, esto hay que llevarlo a la casa...
- Sientate anda, ¿ha sobrado algo de comer? con las prisas no he comido todavía y mira que hora es, son las  seis de la tarde y tengo en el cuerpo un sobao que me tomé esta mañana. Voy a coger una cervecita sin alcohol de las que están fresquitas.
Y allí estuvimos 30 o 40 minutos, no lo recuerdo, después con tranquilidad, ajustamos bien todo en el carro y volvimos a casa, eran las 21.00 de la noche, nos había cogido un señor atasco en la entrada de la aldea, y por eso tardamos más. Al llegar, desenganché el carromato y lo dejé en el patio interior, aparqué el coche en la puerta y esperé a que Javi llegara para ir a Almonte a por mi coche.
Cuando quise llegar a Huelva, a mi casa, eran las 6 y veinte de la mañana del sábado, de las últimas 48 horas, había dormido solo dos, y en los últimos 3 días, había conseguido dormir 6 horas. Tocaba descansar. El trabajo había terminado.

Hasta aquí mi Rocio 2011 fue todo trabajo y locura, ahora tocaba disfrutar y el sábado fui por la noche, pasé toda la noche a caballo (mi segunda vez montando a caballo y me meto en el Rocío, eso es valor), y cuando me quise dar cuenta, estaba tomando chocolate con churros a lomos de Águila, mi caballo, y viendo amanecer a la orilla de las marismas, pero, ¿sabes que faltó? me faltó alguien que me acompañara, alguien especial, alguien que disfrutara conmigo de ese momento, alguien a quien abrazar en esa mañana fría de domingo de Rocío, tal vez me faltaste tu.

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