lunes, 30 de noviembre de 2015

Siempre de Pie

Cuando uno no para de recibir golpes termina acostumbrándose a ellos, tal vez por eso casi nada me sorprende. Algunos duelen más que otros, pero he caído tantas veces, me han dado tan fuerte que ya pocas cosas pueden tumbarme. Pero duele, no lo voy a negar, puede ser difícil noquearme, pero no soy insensible, al menos todavía. Me duele tu olvido, por ejemplo, me duelen los recuerdos, me duelen que me recuerdes sólo a veces, me duelen las madrugadas. Pero aquí sigo, de pie, esperando esa señal que parecía cercana y que cada día noto más y más lejos. Esa señal que no llega. Mientras el tiempo pasa yo sigo impasible, recibiendo golpe tras golpe, de pie, esperándote.


Sigo soñando con volver a despertarte, pese a ese malhumor tuyo, sigo recordando esas noches en las que me esperabas, cuando hacíamos lo que queríamos, pero mi paciencia se agota, y no es por arrogancia, pero entenderás que no me apetece perder tiempo, ni ganas, con algo que no tiene tiempo, ni ganas, no me gusta ser una opción. Hay que hacer las cosas bien, pero también hay que dejar las cosas claras. Hace tiempo que perdí las ganas de agradar a quien por más que lo intente no voy agradar, por supuesto no voy a amar a quien no me ame, pese a que eso...se me antoja complicado, obviamente si escribo esto es porque creo, que pese a todo lo que he escrito arriba, tu sabes, y yo sé, que siempre será verano, otra cosa es que tu quieras volver a verlo.


Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, o no. Sea como fuere, llevaba varios días con ganas de escribir esto y más ganas aún de la banda sonora que acompaña a esta entrada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario