lunes, 12 de diciembre de 2011

Dos Rombos

Ambos estaban boca arriba, el uno junto al otro, con el unico abrigo de la sábana que les cubría sus desnudos cuerpos, sus manos era su único punto de unión. Él se giró, colocándose de costado, mirándola a ella, y con su mano comenzó a juguetear entre su pelo. Comenzaron a sonreír, y la sonrisa de ella se torno nerviosismo al notar que el acercaba su cara, un beso en la mejilla, y un susurro en el oído, "intenta no moverte" y se puso más nerviosa, excitada por el que pasará, mientras la mano de él seguía enredándose entre su pelo, su boca jugueteaba entre su mejilla, su oreja y la comisura de sus labios, y unas ganas contenidas de malas maneras empezaban a sobresaltarla. Su besos bajaron por su cuello, llegando hasta el mismo punto donde empezaban sus senos, esos besos impuros a uno y otro lado la estaban volviendo loca, y agarraba las sábanas de la cama con ambas manos. Y sus besos continuaron su camino, y se fueron transformando en pequeños mordiscos que se repartían por uno y otro pecho. La mano de él, que aún seguía en su pelo también inició el descenso, desde su frente ha su nariz, y de ahí a los labios, donde ella no pudo resistir las ganas y soltó un beso.

Su cabeza cada vez estaba más lejos de su pecho y más cerca de su ombligo, su lengua asomaba de vez en cuando entre sus dientes para dejar constancia de que también participa de este juego. El ombligo se convirtió en el eje desde donde ir repartiendo sus caricias con los labios sobre su cuerpo, la mano, que también seguía su rumbo estaba camino de los senos, pasando despacio y casi sin tocarla por su cuello. Un mordisco grande pero indoloro en un lado de la cadera, besos por todo su vientre hasta llegar al otro lado, sus manos acariciando sus pezones, primero uno, al notar que se excitaba, el otro, y mientras el camino de besos seguía para morir en el otro lado de su cadera en otro mordisco.



Se separó un instante, colocándose entre las piernas de ella, sus manos al vientre y su cabeza en la parte delantera de uno de sus muslos, se acercaba lentamente hacia su pubis, bajando con cuidado hasta notar como su barbilla le rozaba su sexo, en ese instante su cabeza se fue al otro muslo, he hizo el mismo camino pero por el otro lado hasta volver a caer al borde de su sexo. Sus manos también bajaron, y el cuerpo de ella se estremecia sin saber que hacer. Otro mordisco más, esta vez en el interior del muslo, el roce de labios y besos bajaba hasta llegar al nacimiento de sus piernas, fue en ese momento en el que ella empezó a perder el control, y le agarró la cabeza con ambas manos a la vez que lo apretaba entre sus piernas. Tiró de él hacía arriba, lo besó con desorbitada pasión y con la mirada clavada en sus ojos le rogó que comenzaran a jugar los dos.

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