miércoles, 2 de noviembre de 2011

Sin Sentido

La música se apoderaba de cada rincón del local, sentado junto a una pequeña mesa donde reposaba su copa había un pequeño cuaderno de notas, nadie ocupaba las otras sillas que rodeaban la mesa. En el momento en el que el grupo empezó a tocar dejó de escribir, cerró el cuaderno y lo colocó con cuidado en el lugar en el que ahora se encuentra, avisó al camarero, y pidió que se llevaran la taza del café y le pusieran un gin-tonic.


Se deleitaba las noches de concierto, le encantaba la música en directo, y desde hacía varios meses iba solo. Recuerdo la primera vez que lo vi llegar al bar, iba acompañado por un grupo de jóvenes que eran clientes de siempre, casi desde que abrí el local, pero no sé por que ellos dejaron de venir, y el siguió haciéndolo, cada noche de concierto el mismo ritual, llegaba al caer la noche, se tomaba su café cortado, escribía en sin parar y sin prestar atención a lo que había a su alrededor y con los primeros acordes del grupo de turno dejaba la escritura y pedía su copa. Pero esa noche había algo diferente, su forma de sentarse, su forma de escuchar, su forma de beber, algo había cambiado esa noche, estaba diferente. Así que me acerqué hasta él, más por curiosidad que por cortesía.

- Hola, ¿le importa si me siento con usted?
- Ni mucho menos hombre, es su local, será un honor.
- Gracias, ¿qué le parece el grupo? no es de lo mejor que ha pasado por aqui, pero mueven mucha gente, y en estos tiempos de crisis me interesaba algo así.
- Entiendo, es normal, a veces hay que dejar la calidad a un lado y buscar la rentabilidad de un producto. Aun así suenan bien, como usted dice no es lo mejor que ha pasado por aquí, pero no son malos.
- Le invito a la segunda copa.
- No suelo beber más de una, se lo agradezco, pero soy un hombre de costumbres.
- Genial, pues la próxima que se tome, ya sea hoy u otro día invita la casa. Hay clientes a los que tenemos que cuidar, y usted ya es como de la casa.
- Gracias hombre, me halaga usted.
- No hay de que, por cierto, y espero no parecer indiscreto, pero...siempre viene usted con ese libro de notas y no para de escribir...¿el que?
- Esa es una buena pregunta, a veces no escribo nada, solo frases o palabras sin sentido, o por lo menos en apariencia. ¿quiere verlo?

Y me tendió ese cuaderno, estaba prácticamente escrito desde la primera a la última página, y no mentía ese extraño hombre, palabras sueltas, odio, amigos, fiestas, paradoja, aferrar, con frases que vistas así no tenían sentido alguno. El hombre se equivoca, los amigos siempre estarán a tu lado, el amor no existe.

- Es bastante peculiar, ¿para que lo usa entonces?
- Es una manera de desahogarme, me siento y escribo lo primero que se me pasa por la cabeza, al llegar a casa lo vuelvo a leer, y me ayuda a escribir las historias que después leen en mi blog.
- ¿tiene un blog? ¿de que versa su blog?
- Muchas cosas sin sentido, algunas conversaciones que transcribo, mias o de personas con las que me cruzo, y a veces me atrevo con historias de príncipes y princesas.
- Disculpe pero, los príncipes y las princesas... suelen ser historias de amor, y una de las frases que me ha llamado la atención es que "el amor no existe"
- ¿usted cree todo lo que lee?
- Entiendo...entraré en su blog a leer.
- ¿quiere la dirección?
- Por supuesto, si no, va a ser difícil que lo lea.
- Apunte ahí, príncipesdespeinadosconvaquerosygafasdesol.com
- Curioso nombre. No dude que entraré a leer

De hecho, desde entonces no puedo dejar de leer, ahora incluso me he atrevido a escribir para él, en un intento por hacerle ver, que lo que dice tenga sentido o no es importante para algunos.

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