viernes, 14 de octubre de 2011

Capítulo 1 (Final) - Príncipes Despeinados...-


Deambuló por las calles cercanas a su casa y sin percatarse ni saber como terminó en la puerta de la Taberna, entró y entre todas las personas reconoció a su amigo Philip, se acercó a él y sin mediar palabra se sentó a su lado, no hizo falta hablar, se conocían lo suficiente como para saber que algo le pasaba  a su compañero. Un golpecito en la espalda, un sorbo a la cerveza y la conversación empezó sola, "estoy muy contento en la obra contigo" un nuevo trago, "no se que le pasa a Elisabeth", y siguieron charlando sin parar, saltando de un tema a otro sin ningún sentido, cuando las cervezas empezaron a causar problemas en la vocalización Russel dijo basta, su amigo pagó las rondas y salieron juntos, en la puerta de la Taberna le dio un abrazo y como en tantas otras ocasiones, sin venir a cuento, le dijo:
- Se que eres capaz de solucionar cualquier problema, por cierto ¿Que había en la tela que te dieron esta mañana?
Se buscó en los pantalones, el bulto todavía estaba allí, se lo enseñó a Philip.
- No lo sé, creo que todavía no ha llegado el momento. - Una sonrisa se dibujó en su cara - Algún día te lo diré, ahora habrá que irse a descansar ¿no?

El sol parecía inquieto por salir esa mañana, eso unido a la ingesta de cerveza de la noche anterior hicieron que levantarse fuera algo más que complicado, aún así y a duras penas lo consiguió. Se vistió con premura pues se le hacía tarde, cogió un mendrugo de pan que había en la cocina y volvió a la habitación. En la cama, inmóvil, su compañera dormía, no lo sintió llegar anoche, y ahora tampoco lo sentía irse, Russel bajó la cabeza y salió rumbo a la construcción. El sol empezaba a calentar tímidamente, las gentes salían de sus casas dirección a sus diferentes labores, esa mañana sí que vio a Aliena, esa misma mañana si que le sostuvo la mirada, y le dedicó una sonrisa de complicidad, esa mañana trabajó con muchas ganas, más que de costumbre, esa mañana no se podía imaginar que al caer la tarde su vida iba a cambiar.

El muro este de la nueva iglesia empezaba a tomar forma, ya se levantaba algo más de dos metros, la argamasa empezaba a endurecerse y todo parecía ir cumpliendo los plazos previstos. Philip se acercó a su amigo para decirle que había hablado con Stephen y que hoy saldrían antes ya que la construcción iba mejor de lo esperado, les iba a dar unas horas más de descanso de lo normal, un merecido premio, a unos buenos trabajadores, que día tras día trabajaban sin descanso casi hasta la extenuación.

Comenzaba a caer el sol cuando Stephen, el jefe de obra hizo sonar la campana dando por finalizada la jornada de hoy, por lo general, cuando salían antes de tiempo los obreros se iban a la taberna a disfrutar de una cerveza tranquilos antes de volver a casa, pero hoy Russel no quería entretenerse, prefirió irse a casa y charlar y pasar la tarde con Elisabeth. Salió de la obra sin despedirse de nadie, ni de su amigo Philip, con paso firme y ligero recorrió las calles que le llevaban hasta su casa, y entró saludando con alegría.
- ¡Elisabeth! estoy en casa. ¿Porque no te arreglas un poco y nos vamos a pasear por la Alameda? - no hubo respuesta, y Russel insirió - ¿Elisabeth? ¿Estás en casa? - Pasó del comedor a la cocina, y de ahí al baño, llamando a su compañera, sin obtener ninguna señal por parte de ella, sin encontrarla. Llegó a la habitación, el armario estaba abierto, las ropas de ella no estaban en su sitio, sobre la cama, aún desecha había una nota.

"Lo siento Russel, siento no estar a la altura de las circunstancias y los problemas que tenemos, he intentado ser feliz y estar contigo, pero toda esta situación me sobrepasa. Sabes que hubiera estado contigo hasta el fin del mundo, o eso pensaba yo. Bien sabe Dios que lo he intentado, que te he querido más de lo que he podido, pero no puedo soportar ver como te hundes y me arrastras contigo. Vuelvo a mi hogar, vuelvo a mi vida. Espero que algún día nuestros caminos se vuelvan a cruzar, y espero que todo te vaya mejor que ahora.

Siempre Tuya Elisabeth"

Se sentó en la cama con la nota entre las manos, para su sorpresa no lloraba, no le salía, no era capaz. Sentía que era lo mejor que le había pasado ¿una carga menos? tal vez fuera eso, pero si antes se sentía solo, ahora además de sentirse, lo iba a estar de verdad.

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